Salomón Raydán |
Así como los tsunamis son previsibles y la gente
puede prepararse, las recesiones también. Hay
que saber leer las pistas para reaccionar a tiempo
El hecho
que la educación financiera está muy de moda últimamente puede ser algo
verdaderamente positivo y bueno para las familias, para el país y para el
mundo. Los efectos de la falta de educación financiera los podemos experimentar
desde lo individual, desde lo nacional y desde la globalidad.
Resulta
incomprensible cómo un aspecto de la mayor importancia, absolutamente central
en la vida de los estados, las empresas y los individuos, como es la educación
financiera, haya sido delegada a manos de las élites, supuestamente informadas
y expertas, supervisadas por otras instituciones teóricamente
especializadas, que manejan a su completo antojo este elemento tan central de
nuestras vidas.
Nuestra
posición es que existe una carencia (posiblemente intencional) de educación
financiera, basada en la creencia de que las finanzas son especialmente
complejas. De allí el empeño, en nuestros años de trabajo de educar en comunidades
pobres donde llevamos a cabo nuestra labor, el manejo de finanzas para el
desarrollo de una institución financiera
local (los Bankomunales), esto nos han
mostrado que con un pequeño esfuerzo podemos simplificar estos conceptos y
transferirlos de tal manera que contribuyan a mejorar la ejecutoria económica, tanto
a nivel individual como de la sociedad.
La
crisis financiera que actualmente atravesamos no es más que una, entre cientos
que ocurren prácticamente cada año en el mundo. En su interesante libro “El Triunfo del Dinero” de Niall Ferguson, nos muestra un estudio donde
se evidencia que, desde 1870 hasta nuestros días, han ocurrido unas 148 crisis
financieras mayores, y por mayores se refiere a aquellas que han bajado el PIB
de un país, al menos en 10%.
Habla de crisis que han sido causantes de la
bancarrota de millones de personas. Si uno revisa la historia de la economía y
las finanzas mundiales, se da cuenta que las crisis no son hechos esporádicos y
aislados, sino más bien hechos permanentes y casi que cotidianos.
El surgimiento de estas crisis recurrentes es
posible porque siempre existe un grupo de "expertos" en los cuales se
tiene confianza y otro grupo de inexpertos, que confían en los expertos.
Todas las crisis financieras tienen como elemento
común "disfrazar" la realidad a través de artilugios técnicos, que de
alguna u otra forma, engañan al público, a las empresas y a los Estados con sus
entes reguladores.
Revisar la historia de las finanzas es
prácticamente encontrarse a cada momento con el mismo fenómeno: "Expertos
y pendejos que confían en los expertos".
Ahora bien, ¿qué significa entonces en este ámbito
educarse financieramente? Lo primero y básico es tener noción de la historia de
las finanzas y de sus constantes crisis. Es importante divulgar tales hechos de
modo que la sociedad entienda que la economía y las finanzas no son ninguna
máquina bien aceitada que los expertos saben manejar, sino más bien caballos
salvajes que responden a variables subjetivas y que no siempre se puede conocer
hacia dónde se dirigen.
El otro aspecto importante, por supuesto, es
asegurarnos que la confianza sea "educada", es decir, que no sea
ciega, pues la historia nos dice que ante tales fenómenos no es posible ser
"tan expertos", y además, los expertos tienen su propia agenda de
intereses. En la reciente crisis de las hipotecas, también llamada crisis
Ninja, se presentaron todos los elementos clásicos. En primer lugar, un
"bum económico" al cual no se le puede encontrar una verdadera
explicación en lo productivo, sino en lo especulativo.
En segundo lugar, una serie de expertos que de la
nada comenzaron a empaquetar hipotecas y ofrecer bonos de altos rendimientos,
algo que al menos debía resultar sospechoso; y en tercer lugar, una serie de
empresas expertas calificadoras que contribuyeron al gran engaño.
Así como cada día se hace mayor empeño en preparar
a la población para catástrofes naturales tales como terremotos, huracanes
tsunamis, etcétera, todos debemos estarlo para reconocer esta otra clase de
amenazas.
Así como la posible aparición de estos fenómenos
naturales es de alguna manera previsible, o por lo menos nos puede encontrar
preparados, las crisis financieras también los son. Un buen inicio es entender
que así como los terremotos ocurren, las crisis financieras también.
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