A mi
hermana con mucha ternura
pues
realmente cree
que María
es la culpable
La reunión comienza con los saludos de
siempre. Hace tiempo que no me reúno con los grupos y de inmediato siento la
calidez de la gente.
–Salomón, estás buenmozo. Te ha sentado
bien el frío –dice Amada mientras me da un abrazo que borra el tiempo
transcurrido.
Son hombres y mujeres que conozco hace
casi veinte años, desde que los Bankomunales eran apenas un ensayo en Macanao. La
reunión transcurre entre mis repetidos chistes y las risas algo cansadas de la
gente. Pero entre broma y broma, perfilamos nuestros planes para el próximo
año. Una carta mía un poco desesperada, prendió las alarmas sobre la inflación
y la pérdida de valor de los fondos, que con tanto empeño han logrado acumular
en todos estos años. Ahora estamos allí, para juntos pensar cómo enfrentar esta
situación tan complicada
–Coño, salomón, la cosa está muy difícil
–me dice Juan, un viejo líder de la Sierra, que he visto madurar en sabiduría y
tolerancia.
Pronto me doy cuenta de que las voces contienen
cada vez más quejas y menos ilusiones. Pero yo he venido desde lejos a sembrar
esperanzas y no lamentos. Allí están los emprendedores de siempre. Hombres y
mujeres a los cuales debemos que los Bankomunales sean sueño en veinte países
de cuatro continentes.
A muchas las vi pasar de amas de casa a empresarias.
«Útil para mi marido, mis hijos y mi comunidad», como me vociferó Rosa con
mucho orgullo una tarde de sal y pescao en el muellede Robledal.
María (oculto su verdadero nombre) siempre
fue risueña y enormemente inteligente. La acompaña ese talante hermoso de la
gente simple margariteña, mezcla de agudeza y confianza desbordada.
–¿Cómo estás mujer? ¿Cómo están los hijos
y el flojo de tu marido?–le pregunto mientras la apretujo con afecto. Ella
responde el cariño con una risa blanca y desbordante como espuma de mar. Me abraza
largo y penetrante, pero no dice palabra. La tristeza en su mirada se me clava
en el pecho y de inmediato pienso en alguna de esas enfermedades de mierda que
cada día me asustan más.
Me separo de ella mientras saludo a otros
compañeros, pero no me abandona su mudez desconocida.Cuando la reunión me lo
permite, regreso y me siento a su lado. Me ve y me regala una mirada
enmudecida.
–¿Pasa algo malo?–le pregunto. Ella hace
una mueca con los labios y me aprieta las manos. Noto que está a punto de
lágrimas y me paraliza el miedo a que me nombre alguna vaina que suene a carcinoma.
–No, miiijoooo. No pasa nada…–pero la
conozco de muchos años e insisto en la pregunta. Ella me ve y me separa del
grupo. Me lleva hacia un espacio solitario y siento cómo crece la ansiedad en
mi costado. Ahora sé que me espera una noticia desgraciada.
–¿Como está la bodega?–alcanzo a preguntarle
con la esperanza de borrar la aprensión. El silencio es largo y el apretón de
la mano me pone aun más nervioso. De repente se llena de coraje y me
suelta sin tapujos.
–Es
que ahora soy Bachaquera, Salomón.
Siento su vergüenza como un latigazo frío,
pero su confesión es tan inesperada, que no me sale más que:
–¿Bachaquera? ¿Cómo Bachaquera?¿Y la
bodega?
–Es que no puedo hacer otra cosa, Salomón–continúa
mientras me abandona el miedo y me surge un alivio incontenible. «Bachaquera»
me resuena en la cabeza.
–Es la única manera de tener cosas que
vender en la bodega. Ya no llega mercancía. No llegan los camiones, nadie trae
nada. Si salgo a comprar no consigo como antes y ahora lo único que puedo hacer
es «bachaquear», mijoo, para poder vender algo.
Me brota una mezcla de rabia y dolor. Las
lágrimas ahora están de mi lado. Su vergüenza me indigna y comprendo lo profundo
de su pena. No encuentro qué decirle. Ridículamente apenas alcanzo a balbucear.
–Esto es una mierda–y me alejo aturdido. Únicamente
se queda conmigo la sensación de dolor y
de arrechera.
Yo tampoco entiendo nada, María. Sólo sé
que no eres la culpable, ni debe ser tuya la vergüenza.
La ternura tendrás que compartirla con el 73% de la población Venezolana, que según todas las encuestas son culpables los Bachaqueros (personajes que compran productos regulados y los revenden con un 500% de ganancias), así dará de plata esa bodeguita!!!!!
ResponderEliminarSegún algunos representantes de la oposición los Bachaqueros son grandes Emprendedores, tienen el negocio muy claro.
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