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Imagine una
comunidad que se organizara para dar servicios de crédito, ahorro e inversión a
los más vulnerables. Donde el número máximo de integrantes fuera de alrededor
de 70 personas para garantizar que todos los miembros tuvieran voz y voto.
Donde las ganancias que se generan fueran para los propios clientes. Y que,
además, incentivara el ahorro -por poco que fuera- y los emprendimientos de
todos sus miembros.
¿Cree que lo
que les cuento es posible? Pues bien, este concepto existe, es operativo, y ya
funciona, a través de los Bankomunales, en varios países de América Latina y el
Caribe, como Argentina, Bolivia, Colombia, Venezuela, la República Dominicana y
Haití.
Este blog se publicó simultáneamente en Planeta Futuro
El
funcionamiento de los Bankomunales es sencillo: miembros de una misma comunidad
-generalmente de escasos recursos- se juntan para crear una especie de
cooperativa y se erigen tanto en accionistas como en demandantes de crédito.
Ellos son los dueños del capital y asumen el negocio de darse créditos para
generar ganancias y repartírselas, sin necesidad de fondos externos.
En los
Bankomunales, el mecanismo de captación de fondos para crédito se logra
mediante un concepto denominado "microinversión": los socios
invierten comprando las acciones que quieran y en el momento en que lo deseen.
Sólo los asociados pueden comprar acciones y recibir crédito, de modo que son
al mismo tiempo clientes e inversionistas.
El
resultado: inclusión financiera de un grupo de la población que de otra manera
no tendría acceso a servicios financieros, seguridad, creación de tejido
social, confianza y educación financiera.
Los pobres
sí tienen dinero y capacidad de ahorro
Los
Bankomunales, creados hace más de 15 años, forman parte de un movimiento global
acuñado por Salomón Raydán como "la otra micro finanza", que está orientado
a mejorar las finanzas informales para convertirlas en mecanismos seguros y
capaces de satisfacer las necesidades de ahorro, inversión y crédito de las
comunidades menos favorecidas.
Y es que los
pobres sí tienen dinero. El problema de la falta de ahorro en las poblaciones
más vulnerables no está tan ligado a la carencia de recursos como a la falta de
mecanismos apropiados que puedan capturar eficientemente este ahorro. De la
misma manera que en contextos macro económicos existen momentos en que se producen
excedentes y otros donde hay necesidades de financiamiento, en los círculos más
vulnerables sucede exactamente lo mismo. Y los Bankomunales buscan justamente
acoplar excedentes y necesidades para beneficiar a sus miembros, quienes en su
mayoría no tienen acceso a ningún otro tipo de financiamiento.
El modelo de
Bankomunales ha sido probado a pequeña escala en 20 países de cuatro
continentes. Su eficiencia ha sido ampliamente reconocida y documentada pero,
sin embargo, al igual que otras metodologías sociales desarrolladas por
emprendedores sociales en todo el mundo, los Bankomunales no han podido escalar
su acción para llegarle a una gran mayoría.
En este
sentido, CAF -banco de desarrollo de América Latina-,
en alianza con la Fundación de Financiamiento Rural (Fundefir), ha decidido
impulsar el modelo de Bankomunales en diferentes países de la región con la
finalidad de que los más vulnerables accedan a servicios financieros y, con
ello, incidir en el alivio de la pobreza.
Por qué los
pobres deberían entrar al sistema financiero
En América
Latina 250 millones de personas viven sin acceso a productos financieros
formales, sólo el 51% cuenta con una cuenta de ahorro y un reducido 11% tiene
un crédito formal. El alto costo de llevar servicios financieros a los más
vulnerables ocasionado por el difícil acceso al cliente y el manejo de riesgo,
entre otros, hacen que el financiamiento a estos sectores sea poco atractivo
para el sector financiero.
Sin embargo,
son muchos los estudios que coinciden en que el acceso a servicios financieros
es un elemento clave para lograr salir de la pobreza. La explicación es la
siguiente: cuanto más pobre es una persona, mayor necesidad tiene de acceder a
mecanismos financieros que le ayuden a mitigar las irregularidades en su
ingreso, facilitando el acceso al ahorro cuando tiene excedentes y a capital
(crédito) cuando tiene necesidades.
El acceso a
servicios financieros de calidad sigue siendo una importante deuda de la
sociedad para con los sectores más vulnerables. Pero el reto no está en ampliar
el micro crédito, sino en innovar para desarrollar nuevos modelos que brinden
servicios y productos financieros variados y adaptados a las verdaderas
necesidades de las poblaciones más pobres.
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