25 feb 2015

Relacionándonos con el dinero

Salomón Raydán
Convencido de que la gran mayoría de los Latino, tenemos un enfoque sobre el dinero que no es favorable a la generación de riqueza económica. Y no me refiero a los hábitos sobre el ahorro, ni a  la falta de planificación del gasto, que es lo que comúnmente se señala como causas principales de la pobreza. Me refiero a aspectos de orden psicosocial, que tienen que ver con la manera en que nos relacionamos con el dinero. El dinero en nuestra cultura tiene una gran complejidad. Eso se debe en parte a que es un instrumento que sirve para medir cosas muy disimiles. Así por ejemplo el dinero sirve para valorizar tanto nuestra vida desde lo íntimo (auto estima, seguridad, éxito, placer, etc), como para medir una transacción económica dedicada a la compra de alimentos en un supermercado. Es como si usáramos una misma vara para medir distancia y peso. Naturalmente si medimos elementos tan diferentes como metros y kilos, en este caso nuestra intimidad y el valor de un producto en el supermercado,  es probable que la medición sea confusa.

Existe sin duda una complejidad relacionada con el dinero que no siempre trabaja a favor del bienestar económico.  Tal es el grado de intimidad y complejidad del dinero que mi hermano Pablo, Psiquiatra  de profesión, dice que sus pacientes pueden confesarles prácticamente cualquier intimidad sexual o afectiva, pero nunca le dirían cuánto ganan.
Cómo  parte de una investigación orientada a determinar esos valores íntimos con respecto al dinero, hace unos años iniciamos una serie de ejercicios con algunos miembros de los Bankomunales, para poder revisar en conjunto la manera en que se concibe el dinero. Lo primero que hicimos fue un ejercicio para determinar el patrimonio familiar. Al final de las reuniones resultaba increíble ver como prácticamente todos los participantes entendían que tenían mucho más dinero de lo que originalmente pensaban.
Lo primero que hicimos fue tratar de anotar en una lista, los bienes que poseía la familia. Desde los más evidentes como la casa de habitación, hasta ciertos electro domésticos que pudieran ser vendidos. A las personas normales y corrientes les resulta muy difícil valorizar estos bienes y mucho menos de entenderlos como “activos financieros”.  Parte de esto se debe a que esos activos no son percibidos como elementos sujetos de transacción económica, sino como parte de nuestra vida afectiva, lo que dejaremos a nuestros hijos. En alguno de los grupos preguntábamos ¿Si mañana quieres hacer un negocio y necesitas dinero, con cuanto contarías si decides vender todas tus cosas?.  En otros grupos la pregunta la formulábamos de otra manera: ¿Si mañana tuvieras una emergencia y necesitaras vender todo lo que tienes, cuánto crees que podrías obtener?. En prácticamente todos los casos, los que respondían a la segunda pregunta lograban valorizar muchos más productos que los primeros. Para los que se les pedía invertir en negocios, la valorización de activos resultaba no solo más difícil, sino que dejaban por fuera una serie de productos que los de la segunda pregunta normalmente incluían. Esto nos dice posiblemente y esas investigaciones no tienen pretensión científica, sino más bien exploratoria, que frente a la oportunidad de negocios (económica) la gente normalmente “visualiza” los activos más asociados a valores afectivos, que económicos. 
No es fácil que la gente valorice activos, pues generalmente se piensa en métodos complejos y técnicos, pero cuando usamos los métodos que hemos desarrollado en Fundefir, poco a poco la gente comienza a colocar valores reales de mercado, que al final les permite tener una idea bastante ajustada de su patrimonio.
La concientización del grado de riqueza económica que se posee, Independientemente de si resulta inferior o superior a lo que pensábamos, es un proceso que influye considerablemente en la manera en que la persona se percibe a si mismo frente al hecho económico y casi de inmediato inicia un transformación interna y profunda que lo coloca en mejor posición para crecer en el campo económico. Se trata al final de cuentas de adquirir concepto de realidad sobre el dinero, pues relacionándose con un elemento tan complicado, que como hemos dicho, mide cosas tan disímiles como intimidad y zanahorias, es bastante probable que no lo percibamos de forma real, sino envuelto en una serie de valores y creencias que posiblemente actúan en contra del buen manejo de este recurso.
Yo tengo más de 15 años trabajando con grupos considerados de bajos ingresos o “pobres”, tanto en Venezuela como en otros países del mundo y en prácticamente todos los casos, incluyendo grupos en África,  he visto que una vez se logra transformar, mediante un proceso educativo asociado a los Bankomunales, la visión que se tiene del dinero, los individuos comienzan a progresar económicamente. No se trata de que mañana hagamos unos “cursitos” de presupuesto o de análisis de balance familiar. Más bien se trata de un cambio de perspectiva, que nos permita colocar el dinero en su justo lugar y comenzar a utilizarlos de manera efectiva para favorecer nuestro crecimiento económico.
Un ejemplo de lo que queremos decir es el concepto que tenemos de “hogar”.  Hogar significa amor, seguridad, familia y miles de otras cosas asociadas, pero eso no tiene nada que ver con el hecho de que hogar puede estar asentado en un sitio que llamamos “casa”. Casa es un activo sujeto a transacciones económicas simples (compra-venta-hipotecas), pero para casi todas nuestras familias, casa está asociada a hogar, familia, etc. Naturalmente esas cosas “no tienen precio”, es decir, no son transables económicamente, pero la verdad es que el hogar no lo constituye el ladrillo, ni el zinc, ni las baldosas, ni el bahareque. Casa en cualquier sitio donde la tengamos, es un bien valorable en dinero, que puede ayudarnos a crecer económicamente. Tener conciencia de este hecho nos permitirá generar mejores oportunidades económicas, pues darle valor económico a uno de nuestros mayores activos, nos permite, por ejemplo medir mejor nuestra capacidad de endeudamiento en caso de querer iniciar un negocio.
Quiero aclarar que aquí no estoy hablando de cosas relacionadas al “voluntarismo” o “positivismo” que habla de mantener un estado mental positivo (mente positiva)  para el éxito económico. No tengo duda que estos son factores importantes, pero no son a los que aquí  me he referido.
 

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