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Por: Salomón Raydan |
Los Bankomunales tienen distintas caras y manera de
entenderse. Para los más distantes, no
son más que unas simples organizaciones comunitarias, dedicadas a dar créditos
entre sus dueños. Entre los académicos, una ingeniosa, sencilla y económica solución
para llevar servicios financieros de las comunidades más necesitadas.
Para otros, los que ponen el énfasis en lo social, los Bankomunales
son una expresión de los mejores valores asociativos y comunitarios. Un lugar
de encuentro entre individualidades, que por obra de los reales, se convierten
en comunidad.
Los muy centrados en realidades del día a día, consideran
los Bankomunales como el lugar donde se “resuelven los altibajos económicos”. Una
tipo de regulador de los vaivenes, que me presta cuando necesito y que me
permite guardar cuando me sobra.
Los más conservadores, piensan que los Bankomunales son
el sitio donde calmar algunas de las angustias mercantiles. Una especie de “fondo
de emergencias” al cual acudir para salir de los apuros financieros. Con sus
préstamos la gente paga las citas médicas, compra los cuadernos de los hijos, resuelve
algunos tratamientos, pagan la residencia de los hijos que estudian fuera,
o hacen la fiesta donde celebrar los logros
de la vida.