5 ene 2015

Del “San” a Los Bankomunales





Las personas en todos los sectores de la sociedad, tienen gran necesidad de contar con una variedad de servicios financieros, sin embargo solo la minoría los recibe formalmente, mientras que la amplia mayoría está obligada a utilizar mecanismos informales que dejan mucho que desear. Mientras tanto, las micro finanzas han centrado su atención en el tema de los créditos, excluyendo otros servicios altamente demandados y valorados, olvidando que el crédito es apenas  un solo producto, por cierto, no el más apreciado ni el más requerido en los sectores populares.
En cambio, una necesidad fuertemente sentida es el ahorro, y la verdad es que en los sectores populares –en particular los rurales– no se cuenta con instrumentos de ahorro verdaderamente eficientes, prácticos, útiles. Contrario a lo que muchos piensan, no es extraño encontrar personas que rechazan los programas de micro finanzas, porque solo se enfocan en el crédito. Dada la carencia de servicios de ahorro, es natural que estas necesidades se satisfagan a través de mecanismos informales, muchos de los cuales contribuyen a sostener las condiciones de pobreza.

El mecanismo de ahorro rey en nuestro país es lo que en muchas partes llaman el “San”. Este es el instrumento de ahorro más utilizado en los sectores populares, y sin pretender exponer los resultados de estudios rigurosos, me atrevo a señalar que se trata del instrumento financiero más utilizado en el país. El San lo hemos analizado desde hace muchos años y de hecho, es la base sobre la cual desarrollamos, justificamos y optimizamos lo que identificamos como metodología de los Bankomunales, replicada con excelentes expectativas y resultados en 10 países de cuatro continentes.
El origen del “San”, al menos conceptual, se coloca en África del Norte y se atribuye su diseño a un francés llamado Tontín. Hacia el Sur de África tomó el nombre de “Susu”, nombre que también se utiliza en nuestro país. En América Latina esta misma modalidad se conoce con varios nombres: cuchubal, cadenas, turnos, ruedas, tómbolas y todos hacen referencia a un mecanismo mediante el cual, un grupo de personas, normalmente entre 10 y 12, aportan dinero de forma regular (diario, semanal, quincenal o mensualmente) y la totalidad de lo reunido en un momento, es entregado a una persona por turnos voluntarios o por sorteos. Es allí y no en la banca, donde se hacen el mayor número de operaciones de ahorro en el mundo, si no las más cuantiosas, al menos  las más numerosas.
Un emprendimiento serio para tratar de reducir la dependencia de los pobres de estos mecanismos informales, se expresa en la llamada “bancarización”, pero francamente, la estrategia no ha sido del todo exitosa. La razón básica es que por el lado del ahorro (e igualmente del crédito, pero esto será tema de otro artículo) la alternativa que ofrece la banca frente a estos instrumentos informales, es simplemente poco competitiva e ingeniosa. La metodología bancaria, tal y como se aplica actualmente, no es capaz de competir con el diseño de los San, pues va orientada a la captación de ahorros de plazos muchos más largos que las necesidades de los pobres. Prefiero denominar esta capacidad más que como ahorro, como de “consumos postergables”, pues hace referencia a necesidades que se pueden diferir, pero que vendrán más temprano que tarde.
En el uso de estos mecanismos se expresan varias cosas. La primera de ellas y sobre la cual estamos hemos estructurado, lo que hemos llamado ambiciosamente “the self financial movements”, Movimiento de Comunidades de Auto-Financiamiento en español, es que, en las zonas populares existen recursos, lo que faltan son buenos mecanismos de captación. Esta premisa la hemos demostrado ampliamente por más de 14 años con los Bankomunales.
Lo otro que refleja el “San”, es que los pobres necesitan “guardar” el dinero de tal manera que no sea tan asequible como para gastarlo innecesariamente, pero tampoco tan “lejos” como para no disponer de él rápidamente. Otro aspecto que caracteriza al “San”, es el riesgo, pues existen diversas razones por las cuales el dinero se termina perdiendo. No disponemos de investigaciones muy detalladas sobre los niveles de pérdidas en los “San”, sin embargo en mi andar frecuente por los sectores populares, he escuchado innumerables historias sobre dinero perdido porque alguien termina llevándose el pote, o  porque alguien después de utilizar su turno de recibir el dinero, no puede colocar el resto de los montos que le corresponde aportar.
Una de las tareas aconsejables al sector formal financiero, es aprender de los instrumentos informales y tratar de diseñar modelos de mejor calidad. Los Bankomunales, son un intento modesto y serio de mejorar los mecanismos informales en términos de calidad, diversidad del servicio, seguridad de los recursos, flexibilidad y educación. Una especie de “en el medio” (in-between), entre el rigor de la formalidad bancaria y los riesgos de estos mecanismos informales.
 
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