Las personas en todos los sectores de la
sociedad, tienen gran necesidad de contar con una variedad de servicios
financieros, sin embargo solo la minoría los recibe formalmente, mientras que
la amplia mayoría está obligada a utilizar mecanismos informales que dejan
mucho que desear. Mientras tanto, las micro finanzas han centrado su atención
en el tema de los créditos, excluyendo otros servicios altamente demandados y
valorados, olvidando que el crédito es apenas un solo producto, por
cierto, no el más apreciado ni el más requerido en los sectores populares.
En cambio, una necesidad fuertemente
sentida es el ahorro, y la verdad es que en los sectores populares –en
particular los rurales– no se cuenta con instrumentos de ahorro verdaderamente
eficientes, prácticos, útiles. Contrario a lo que muchos piensan, no es extraño
encontrar personas que rechazan los programas de micro finanzas, porque solo se
enfocan en el crédito. Dada la carencia de servicios de ahorro, es natural que
estas necesidades se satisfagan a través de mecanismos informales, muchos de
los cuales contribuyen a sostener las condiciones de pobreza.
El mecanismo de ahorro rey en nuestro país
es lo que en muchas partes llaman el “San”. Este es el instrumento de ahorro
más utilizado en los sectores populares, y sin
pretender exponer los resultados de estudios rigurosos, me atrevo a señalar que
se trata del instrumento financiero más utilizado en el país. El San lo hemos
analizado desde hace muchos años y de hecho, es la base sobre la cual
desarrollamos, justificamos y optimizamos lo que identificamos como metodología
de los Bankomunales, replicada con excelentes expectativas y resultados en 10
países de cuatro continentes.
El origen del “San”, al menos conceptual,
se coloca en África del Norte y se atribuye su diseño a un francés llamado
Tontín. Hacia el Sur de África tomó el nombre de “Susu”, nombre que también se
utiliza en nuestro país. En América Latina esta misma modalidad se conoce con
varios nombres: cuchubal, cadenas, turnos, ruedas, tómbolas y todos hacen
referencia a un mecanismo mediante el cual, un grupo de personas, normalmente entre 10 y 12, aportan dinero de forma regular (diario,
semanal, quincenal o mensualmente) y la totalidad de lo reunido en un momento, es
entregado a una persona por turnos voluntarios o por sorteos. Es allí y no en
la banca, donde se hacen el mayor número de operaciones de ahorro en el mundo,
si no las más cuantiosas, al menos las más numerosas.
Un emprendimiento serio para tratar de reducir
la dependencia de los pobres de estos mecanismos informales, se expresa en la
llamada “bancarización”, pero francamente, la estrategia no ha sido del todo
exitosa. La razón básica es que por el lado del ahorro (e igualmente del
crédito, pero esto será tema de otro artículo) la alternativa que ofrece la
banca frente a estos instrumentos informales, es simplemente poco competitiva e
ingeniosa. La metodología bancaria, tal y como se aplica actualmente, no es
capaz de competir con el diseño de los San, pues va orientada a la captación de
ahorros de plazos muchos más largos que las necesidades de los pobres. Prefiero
denominar esta capacidad más que como ahorro, como de “consumos postergables”,
pues hace referencia a necesidades que se pueden diferir, pero que vendrán más
temprano que tarde.
En el uso de estos mecanismos se expresan
varias cosas. La primera de ellas y sobre la cual estamos hemos estructurado,
lo que hemos llamado ambiciosamente “the self financial movements”, Movimiento
de Comunidades de Auto-Financiamiento en español, es que, en las zonas
populares existen recursos, lo que faltan son buenos mecanismos de captación.
Esta premisa la hemos demostrado ampliamente por más de 14 años con los Bankomunales.
Lo otro que refleja el “San”, es que los
pobres necesitan “guardar” el dinero de tal manera que no sea tan asequible
como para gastarlo innecesariamente, pero tampoco tan “lejos” como para no
disponer de él rápidamente. Otro aspecto que caracteriza al “San”, es el riesgo, pues existen diversas razones por las
cuales el dinero se termina perdiendo. No disponemos de investigaciones muy
detalladas sobre los niveles de pérdidas en los “San”, sin embargo en mi andar
frecuente por los sectores populares, he escuchado innumerables historias sobre
dinero perdido porque alguien termina llevándose el pote, o porque
alguien después de utilizar su turno de recibir el dinero, no puede colocar el
resto de los montos que le corresponde aportar.
Una de las tareas aconsejables al sector
formal financiero, es aprender de los instrumentos informales y tratar de diseñar modelos de mejor calidad. Los Bankomunales, son un intento modesto y serio
de mejorar los mecanismos informales en términos de calidad, diversidad del
servicio, seguridad de los recursos, flexibilidad y educación. Una especie de
“en el medio” (in-between), entre el rigor de la formalidad bancaria y los
riesgos de estos mecanismos informales.
¿Te gusto esta entrada?. Compartela. Comentala
No hay comentarios:
Publicar un comentario