Salomón Raydán |
Después de haber transcurrido casi 40 años que
se inicio el sistema de micro finanza y
del proceso de bancarización, como modelo de inclusión financiera para los
sectores excluidos, se ha evidenciado que aun cerca del 75% de todas las
transacciones financieras de la población de bajos recursos, ocurren dentro de
la Informalidad. Un estudio reciente hecho por la CAF sobre inclusión
financiera en 4 países de América Latina, muestra que el porcentaje de personas
que usan la banca, es similar a aquellos que usan mecanismos informales
asociativos y muy menor a los que usan mecanismos informales en general.
Estos números tan solo bastaría para que los
Estados y sus mecanismos reguladores del sistema financiero, hagan una revisión
sobre la manera en que se ha criminalizado la informalidad financiera
y encuentre nuevas maneras de enfrentarla. Insisto en que de nada
sirve continuar en esa posición de agrupar todos los mecanismos informales
dentro de la misma visión negativa y de ilegalidad, en vez de estudiarla y
analizarla con mentalidad más abierta, para tratar de entenderla y mejorarla.
Los Bankomunales en este sentido reconocen esa
informalidad, pero en vez de criminalizarla, pretenden mejorarla para que pueda
ser utilizada adecuadamente por los sectores populares. Se trata de una nueva
manera de facilitar los servicios financieros hacia los menos favorecidos,
utilizando los tradicionales mecanismos informales asociativos y complementar
de esta manera los esfuerzos hechos por la microfinanza tradicional y la
banca formal en su empeño por alcanzar los sectores con menor posibilidad de
acceder a servicios financieros de calidad.
FUNDEFIR a través
de la sus Bankomunales, ha mostrado que
algunos de los paradigmas sobre la cual se han estructurado de la bancarización
y la Microfinanza tradicional, son erróneos. El primero de ellos es creer que
los pobres no poseen capacidad de ahorro y que por lo tanto la única manera de
apoyarlos es aportando capitales para crédito. La verdad del asunto y así ha
quedado demostrado en varios estudios, es que aun personas muy pobres, en
algunos momentos, tienen accedentes que pueden ser utilizados como fuente de
financiamiento
El otro paradigma equivocado es creer que la
necesidad primordial del pobre es el acceso a crédito, cuando en realidad su
necesidad mayor está en encontrar mecanismos adecuados y eficientes de captar
ahorros. El ahorro, más que el crédito, es lo que permitirá a la gente acumular
capitales significativos como para salir de la pobreza. Naturalmente que el
crédito es también muy importante, pero la industria parece haberse centrado en
el micro crédito (por ser más rentable) que en ahorro.
Como el problema se ha centrado en la rentabilidad
y en el desarrollo de la industria del micro crédito, surgió otro paradigma
igualmente equivocado: “Solo se deben
financiar actividades productivas”, pues solo así se garantiza el repago
del crédito. La gran mayoría de la gente tiene necesidades de acceder a capital
para necesidades muy inmediatas, tales como el pago de medicinas, la compra de
alimentos, la adquisición de gas, leña, etc. Entendemos que un modelo centrado
en la rentabilidad de instituciones externas y que no son eficientes captando
recursos de la propia gente, indudablemente no podrían financiarse estas
actividades por los riesgos que ellas representan, pero si pensamos en un
modelo basado en la captación de fondos de la misma gente y que esos fondos
sean utilizados localmente como fuente de financiamiento, entonces si podríamos
pensar en financiar las miles de necesidades que tiene la gente más allá de las
necesidades mico empresariales.
La lógica hasta ahora ha sido: “la gente pobre no tiene ingresos, por lo tanto no debemos hacer esfuerzos
por desarrollar mecanismos idóneos de captación de esos ingresos”, pero esa
línea de pensamiento igualmente nos lleva a creer que la única manera de apoyar
esa población es mediante el crédito y como el crédito debe ser repagado,
entonces concluimos que solo se pueden financiar actividades productivas o generadoras
de ingresos
Otra lógica de pensamiento es recocer que los
pobres tienen ingresos, aunque sean muy temporales y que por lo tanto vale la
pena desarrollar mecanismos adecuados para captarlos. Si adicionalmente vemos que
esos fondos captados pueden ser utilizados para el financiamiento, aunque sea
de montos pequeños y a plazos cortos, entre los miembros de la misma comunidad,
podemos concluir que cambiando de modelo, se pueden financiar muchas de las
pequeñas necesidades que la gente requiere. El repago de esos créditos, no se
hace necesariamente con el producto de una actividad productiva, sino que puede
ser el esfuerzo de ahorros programados y sostenidos en el tiempo
“La
Otra Microfinanza”, acaba con viejos paradigmas sobre los cuales la sociedad
ha basado su estrategia para llevar servicios financieros a los más excluidos y
en ella se agrupan una serie de metodologías fundadas en el auto financiamiento
y que defiende una nueva visión sobre las microfinanzas y sobre la manera de
atender las necesidades financieras de los más pobres.
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