Por:Javier M. Cavanna
"La
transparencia es un término que procede del latín trans-, “a través”, y parens,
-entis, “que aparece”, es decir la cualidad a través de la cual pueden verse
los objetos claramente. Otra de las acepciones del diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española es “lo que resulta claro, evidente, que se
comprende sin duda ni ambigüedad”.
Pues bien,
lo cierto es que la información sobre las tasas de interés de los productos
financieros es todo menos clara y evidente por sí misma. Cuando Chuck
Waterfield comenzó a analizar la práctica que seguían las IMF al comercializar
los préstamos a sus clientes se dio cuenta que la información que difundían
sobre el precio real que estaban cobrando distaba mucho de ser real. En ocasiones
la diferencia entre el precio real y el comunicado ¡podía ser casi del doble!
¿Cómo saltar del 4% mensual al
129% anual?
¿Qué
quiere decir tasa de interés transparente? Si la tasa expresa, en términos
porcentuales, el precio que hay que pagar por una cantidad de dinero que se ha
recibido en préstamo (o el dinero que paga una entidad financiera por depositar
una cantidad en una cuenta de ahorro), entonces, una tasa transparente es
aquella que comunica el coste total “con claridad, sin dudas ni ambigüedades”.
Una de las
características más acusadas de los productos financieros es la complejidad de
los mismos. Esa
complejidad hace más difícil comparar sus precios respectivos
y, como ha enseñado la reciente crisis financiera, también el riesgo asociado a
los mismos.
Cuando se
contrata un producto financiero no se está comprando un detergente, un producto
tangible que es fácil de identificar y de comparar con otros de la competencia.
Cuando, por ejemplo, un cliente contrata un préstamo está comprando una
determinada cuantía de dinero durante una determinada cantidad de tiempo.
Conocer, realmente, de cuánto dinero va a disponer y por cuánto tiempo, no
siempre resulta una operación sencilla.
Para
calcular el precio real que los clientes pagan por el dinero prestado es
necesario incluir la totalidad de los costes que se le
imputan así como el procedimiento según el cual se estructuran los cargos y los
pagos. Las diferencias, en este sentido, pueden ser muy significativas según:
a) El interés
se calcule sobre el monto inicial del préstamo (flat) o sobre el saldo decreciente
resultante del pago de las amortizaciones periódicas.
b) Se
cobre una comisión o se aplique algún otro cargo además del interés, como un
impuesto.
c) Se
obligue al cliente a dejar en la cuenta una cantidad en concepto de ahorro
obligatorio.
d) Se
cotice una tasa mensual, pero el principal y el interés se cobren semanalmente
y se considere siete días como un mes.
e) La
compra obligatoria de otros productos como un seguro de deceso sobre el
préstamo u otros también encarecen el producto.
Para
intentar explicar la complejidad, y en muchas ocasiones la opacidad, en el
cálculo de los precios reales de los productos del sector microfinanciero es
bueno seguir el documento que redactó Waterfield (Cfr. The Challenge of
Understanding Pricing of Micro-loans, Waterfield Ch., MFT, junio
2011) analizando un caso real de la microfinanciera
mexicana Compartamos.
Uno de los
productos estándares de Compartamos es un préstamo de 3.000 pesos al 4% de
interés mensual durante 16 semanas, en el que los reintegros (amortización más
intereses) son semanales. El calendario de pagos del cliente muestra un total
de pagos de 3.547 pesos, por lo que el costo total de ese préstamo sería de 547
pesos.
Teóricamente,
la tasa de interés anual que pagaría el cliente sería el 48% (4% mensual por 12
meses). Ahora bien, el 48% anual sería la tasa efectiva anual si el interés se
aplicase –como es lo habitual- sobre el saldo decreciente, saldo que queda por
amortizar cada mes después del pago. Es decir, la primera semana se pagaría el
4% de 3.000 pesos, la segunda el 4% de 2.813 (es decir 3.000 menos la cuota de
amortización semanal de 187,5 pesos, que resulta de dividir 3.000 entre 16), la
tercera 2.626 y así sucesivamente hasta la semana 16, como muestra la Figura
La columna
vertical recoge el importe decreciente del préstamo tras el pago de las cuotas
y la columna horizontal el número de semanas hasta completar las 16. El área en
rojo escalonada representa el “balance neto del préstamo” y el “balance de la
tasa de interés” aparece representado con la línea verde.
Si se
pagan intereses sobre el saldo decreciente, la primera semana se pagarían 27,69
pesos de intereses, de acuerdo con la fórmula: 48% tasa de interés anual / 52
semanas * 3.000 = 27,69; la segunda semana un poco menos, pues el saldo no son
ya 3.000 sino 2.626, como se ha visto.
Pero
Compartamos y las IMF no siempre aplican para el cálculo de los intereses la
metodología del “saldo decreciente”, sino que con frecuencia utilizan el método
del “monto inicial” (flat
interest).
En este
caso la tasa de interés se calcula aplicándola al saldo inicial todas las
semanas, aunque ese saldo vaya disminuyendo cada semana por las amortizaciones.
Es decir, el
cliente está pagando un precio por una cantidad de la que, en realidad, no ha
dispuesto nunca.
Como se
puede ver en la Figura 2, la línea verde, que determinaba el balance de la tasa
de interés, ya no es diagonal sino paralela, al no variar en función del saldo
pendiente. La tasa anual del 48%, al calcularse los intereses sobre el monto
inicial, equivale a una tasa del 86,8%, según el procedimiento de la “tasa
porcentual anual” o anual
porcentage rate (APR).
Pero la
cosa no termina ahí. La tasa de interés del 4% sobre el saldo inicial no se
cobra mensualmente sino cada cuatro semanas. Un mes, sin embargo, no tiene
cuatro semanas justas sino 4,3. Si los meses tuviesen sólo cuatro semanas
entonces el año constaría de 13 meses. Es decir, las instituciones suelen
cargar un mes adicional sin informar a sus clientes. Teniendo
en cuenta este hecho, el APR se incrementa hasta el 90%.
Pero,
además, no es inhabitual que las IMF carguen algunas comisiones, gastos
adicionales o estén sujetas al pago de determinados impuestos. Este es el caso
de las IMF mexicanas, que están obligadas a pagar un impuesto del 15% del IVA
sobre los intereses y que las entidades repercuten en los clientes. Si se hacen
los cálculos se comprueba que ese impuesto incrementa el APR hasta el 107,1%.
Otra de
las prácticas habituales que siguen muchas IMF es obligar a sus clientes a
mantener en su cuenta una cierta cantidad en concepto de ahorro “voluntario”.
En realidad, no es un ahorro, pues el cliente no puede retirar esa cantidad
hasta que haya satisfecho todo el préstamo y, además, no recibe ninguna
remuneración por ese “depósito”.
En el caso
de Compartamos ese ahorro comprende un 10% del importe del préstamo, es decir
300 pesos que son restados de los 3.000 pesos iniciales por lo que el cliente,
en realidad, está recibiendo 2.700 pesos. Sin embargo, los intereses se le
cargan sobre los 3.000.
Como se
puede apreciar en la Figura 3, la línea azul indica el balance de los ahorros forzosos, la
línea verde muestra el interés, que se sigue aplicando sobre el saldo inicial
de 3.000 durante todo el periodo del préstamo, y, como se puede comprobar, el
color rojo del balance neto del préstamo es ahora menor por efecto del ahorro
obligatorio.
La jugada
se entiende mejor con una historia. Anita, una microempresaria que vende fruta
en un colmado, solicita 3.000 pesos para invertir en su negocio, pero sólo
puede disponer de 2.700 porque del importe inicial le retiran 300 pesos para
constituir un deposito que le será devuelto una vez pague todo el préstamo.
Mientras
tanto a Anita, que sólo ha recibido 2.700 pesos, le cargan un interés del 4%
semanal calculado sobre el importe inicial de 3.000 pesos, que nunca recibió,
durante las 16 semanas de vida del préstamo, sin que le descuenten los
reintegros semanales de las amortizaciones.
De hecho,
como puede apreciarse en la Figura 3, en las dos últimas semanas Anita tiene un
balance neto del préstamo negativo.
Su dinero se encuentra retenido en una cuenta de Compartamos en
concepto de ahorro, en lugar de invertido en su negocio, y está pagando por ese
dinero un interés calculado sobre el saldo inicial de 3.000 pesos.
El efecto
de este ahorro forzoso incrementa el APR en un 21,8% adicional con lo que el
APR que Anita está finalmente pagando es de un 129%.
¿Cómo es
que el cliente no se da cuenta de que el precio que está pagando por el
préstamo es tan alto? Pues porque el periodo del préstamo es sólo de 16 semanas
(cuatro meses), pero si ese mismo préstamo lo extendiese con las mismas
condiciones a las 52 semanas que tiene un año entonces comprobaría que en lugar de pagar 552 pesos
en interesas más IVA, por ese mismo préstamo de 3.000 estaría pagando al año de
intereses 1.794 pesos más IVA.
Aunque,
como ya se ha explicado, el cliente no dispone de 3.000 pesos durante las 16
semanas, pues el banco le ha forzado a constituir un depósito de 300 pesos por
lo que la cantidad queda reducida a 2.700. Pero 2.700 pesos tampoco es la
cantidad de la que dispone el cliente durante las 16 semanas, pues cada semana
ha ido amortizando la cuota correspondiente.
Un medio
para conocer el dinero concreto que el banco le presta cada semana es calcular
el promedio del dinero prestado durante las 16 semanas. En este caso el
promedio son 1.294 pesos (hay semanas en las que la cantidad es mayor y semanas
en las que la cantidad es menor).
Concluyendo
se puede afirmar que Anita, para poder disponer de 1.294 pesos durante 16
semanas, debe pagar 1.794 pesos de intereses a Compartamos. Un APR de más del
100% significa que el prestatario está pagando más intereses a lo largo del año
que la cantidad de dinero que está recibiendo a lo largo de ese periodo.
Este
ejemplo detallado no es exclusivo de Compartamos. Muchas IMF tienen prácticas y
tasas tan altas como la IMF mexicana. El cuadro de abajo (extraído de Las tasas de interés de los
microcréditos; Rosenberg R, Estudios Especiales, Nº 1, noviembre
2002, CGAP) muestra cómo
pueden obtenerse distintos rendimientos que tienen la misma tasa nominal,
según la forma en la que se estructuren los cargos y los pagos. En la tabla se
recoge el “caso básico” y cuatro alternativas que siguen algunos de los
procedimientos que se han analizado anteriormente.
Tasas de
interés efectivas anualizadas
¿Es razonable pagar tasas de
interés tan altas?
El CGAP se
hace esta pregunta en el estudio mencionado anteriormente (Las tasas de interés en los
microcréditos) y la contesta positivamente argumentando que si los
clientes continúan demandando los servicios de las IMF es que, de alguna
manera, están satisfechos con las condiciones.
En
realidad la pregunta está mal formulada. El problema no es determinar, al menos
en un primer estadio, si las tasas son excesivas o no, pregunta que no siempre
será sencilla de responder y que dependerá de los costes del producto, de los
márgenes que son razonables aplicar según la estructura del mercado, de la
competencia, etc.
El
problema de fondo es si la institución está informando de manera transparente y
comprensible a sus clientes de una cuestión tan relevante como
es el precio de lo que paga. Lo que está en juego es la protección de los
consumidores y por eso es necesario exigir a los proveedores que den a conocer
los precios, los términos y las condiciones de los productos de manera clara y
precisa. Sobre todo para que puedan comparar entre distintos proveedores,
evaluarlos y tomar decisiones más cualificadas.
Si estas
exigencias son aplicables a cualquier cliente de una institución financiera,
deberían extremarse en el caso de las IMF cuyos clientes se cuentan entre los
más pobres y, por tanto, no suelen contar ni con la educación ni con la
experiencia para comprender las complejidades de los productos financieros.
En este
sentido, algunos expertos son partidarios de comunicar a los clientes el precio
a través de otros métodos como el costo total del crédito y los calendarios de
reembolsos, ya que los consumidores de bajos ingresos suelen centrar más la
atención en las montos de las cuotas que pagan y no en las tasas de interés,
pues su preocupación principal es si podrán atender el flujo de los pagos
semanales o mensuales.
Con el fin
de comprobar si los clientes estaban siendo informados del precio real que
pagaban, MFTransparency decidió lanzar un primer proyecto piloto en el año 2009
en tres países (Perú, Bosnia Herzegovina y Camboya) que tres años más tarde
extendió a 29 países más.
Nota: Pronto el Capitulo 3 de este estudio
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