Por: Salomón Raydán
"Su miedo básico es no tener identidad y su deseo básico es hallar su
propia identidad”
En varios de mis artículos he hablado sobre personalidades financieras,
basado en lo que se conoce como “economía emocional”, cuyos orígenes se
encuentran en el premio Nobel de economía Daniel Kahneman, pero que en estos
artículos he caracterizado con base en un marco referencial denominado
“eneagrama emocional”.
Se trata de una tipología (entre otras igualmente válidas), que a mi
juicio ha sido suficientemente estudiada como para tomarla de base para
establecer una relación emoción-dinero.
Quiero insistir en que no hay personalidades buenas o malas, ni tampoco
una personalidad “pura”, sino más bien mezcla de características que se
presentan en distintos niveles en cada individuo.
Existen, sin embargo, rasgos particulares muy presentes en nuestra
manera de ser y actuar que nos ayudan a definir si pertenecemos a un tipo o
personalidad particular. Estos rasgos también se presentan en niveles, de tal
modo que pueden mostrar grados de intensidad.
En los artículos anteriores ya hemos tocado el perfeccionista, el
altruista y el exitoso, pero hoy hablaremos del sensible o romántico y
revisaremos su relación con el dinero.
Tal como lo señala su nombre, el
sensible o romántico se caracteriza por ser una persona emotiva, sensible,
intensa y temperamental. Posee un sentido trágico de la vida, que surge de una
sensación de desesperanza interior, lo cual le impide estar verdaderamente
satisfecho.
Su miedo básico es no tener
identidad y su deseo básico es encontrar su propia identidad. Es generalmente
creativo y tiene un alto sentido de lo estético, pero puede ser que se sienta
como “desencajado”
En el trabajo siempre pone su toque personal a las cosas, pues le gusta
que aprecien su originalidad y creatividad. Odia la rigidez, la rutina, los
horarios, la presión del trabajo y la mediocridad. Puede llegar a ser muy
crítico, pero también muy sensible a la crítica, por ello como compañero de
trabajo puede resultar difícil de entender y particularmente complicado de
tratar
El dinero para los sensibles o románticos es un medio de expresar sus
inquietudes creativas y, sobre todo, de satisfacer sus necesidades emocionales.
Su relación con el dinero se establece desde la subjetividad y la
emocionalidad. No suele darle mucho valor al dinero en sí mismo y no le
interesa mucho. El dinero para él es más bien una manera de satisfacer necesidades
estéticas.
Con respecto al gasto puede comportarse con una gran dualidad. Por un
lado, puede ser altamente austero, pero no tanto por tacaño, sino por falta de
interés en el consumo de bienes rutinarios. Por el otro, puede hacer gastos
relevantes en objetos de calidad artística o de valor estético, que muchas
veces contrastan con la austeridad mostrada hacia bienes de consumo masivo.
Esta falta de medida por el consumo de bienes de valor estético, lo hace
lucir en ocasiones como consumidores caprichosos e, inclusive, compulsivos,
especialmente cuando se trata de bienes que satisfacen sus necesidades
emocionales y artísticas.
Como tiene tendencia hacia la depresión, puede buscar salir de estos
estados con la compra compulsiva y desmedida de esos “bienes especiales”, pero
cuando pasa el entusiasmo, puede caer nuevamente en una austeridad masoquista.
Los de ingresos moderados no muestran especial interés hacia el mundo de
las inversiones y los que poseen mayor riqueza, tienden a invertir en arte,
pues los ayuda a reforzar la imagen estética y romántica que proyectan de sí
mismos.
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