Tomado del Diario Panorama
Por: Juan Pablo Crespo// jcrespo@panodi.com. 03:12 PM 21/03/2015
La "otra microfinanza" se abre paso en Venezuela y otros países de
Latinoamérica a través de los bankomunales, una propuesta que aprovecha
mecanismos informales de amplio uso como el san o la bolsa para que los
miembros de comunidades puedan acceder a servicios financieros de un
manera eficiente, segura y rentable.
Tan eficiente y rentable para todas las partes que, por ejemplo, la
morosidad es prácticamente cero, un problema que para la banca privada y otros
mecanismo de microfinanza públicos y privados representa un dolor de cabeza, a
veces a nivel de cefalea.
El creador de los bankomunales (con k), es el venezolano Salomón Raydán,
un emprendedor social cuya propuesta le valió el año pasado ser uno de los
finalistas del concurso latinoamericano Innovadores de América.
Muchos pensarán que los bankomunales tienen mucho que ver con lo
planteado por Muhammad Yunus, quien en 2006 ganó el premio Nobel de la Paz por
su trabajo desarrollado a través de su creación conocida como el Banco de los
Pobres. Pero como el mismo Raydán lo explicó, no es así, pues las únicas
similitudes radican en los pequeños montos y plazos. “Nosotros promovemos un
movimiento global que llamamos La otra microfinanza, porque no está basada en
la bancarización (...). Desde hace casi 15 años venimos repitiendo que el
profesor Yunus enseñó que los pobres son financiables y nosotros que son
autofinanciables”, señaló Raydán, un licenciado en filosofía (Universidad
Católica Andrés Bello) con máster en el “London School of Economics and
Political Science”.
—¿A qué atribuye el éxito del modelo de autogestión financiera
denominado bankomunales?
—En que los fondos pertenecen a la propia gente y eso hace que exista un
especial cuidado en asegurarse que sean prestados a las personas correctas,
para las actividades correctas. Naturalmente, hay otras cosas de relevancia
como, por ejemplo, el proceso educativo que se desarrolla a partir de la
experiencia de participar en el bankomunal. Recuerda que nunca nos definimos
como un programa financiero, sino básicamente como un programa educativo.
—¿Cuál es el perfil de las actividades o proyectos más comunes que se
financian a parir de los bankomunales?
—Los bankomunales están diseñados para pequeños plazos y montos bajos.
Eso hace que las actividades que se financian sean acorde con esos montos. En
sus inicios, un bankomunal financia un 35% de sus créditos para actividades
generadoras de ingresos: Pequeñas empresas, comercios, reparación y adquisición
de herramientas, etc. Otro 30% se va normalmente en lo que llamamos mejora de
vivienda: Compra de baldosas, tanques de agua, mejora de techos, etc. Otro 20%
se van en actividades de consumo básico, especialmente medicinas, pago de
consultas médicas, vestimenta, etc. Y otro 15% se va en lo que llamamos
capitalización familiar, eso es compra de electrodomésticos, útiles y
matrículas escolares, etc. Con el tiempo, cuando el bankomunal tenga más
capital, esos porcentajes variarán un poco y más dinero será destinado para las
pequeñas empresas, pues los capitales le son más atractivos y seguramente menos
hacia la mejora y reparación de vivienda, pues ya muchas de esas necesidades se
van satisfaciendo.
—Este modelo que usted propone, ¿en qué se parece y en qué se diferencia
de los microcréditos de Muhammad Yunus, fundador del Banco de los Pobres,
trabajo que le valió el premio Nobel de la Paz en 2006?
—Se parece en que se trata de pequeños montos y pequeños plazos, pero no
mucho más que eso. El profesor Yunus centró su movimiento de las microfinanzas
en la bancarización de los pobres. Eso pasó hace 40 años y aún más del 80% de
las transacciones financieras ocurren a través de mecanismos informales.
Nuestra posición es que dentro de esos mecanismos informales existen unos
perversos y terribles para la gente, pero existen otros asociativos de amplio
uso, como por ejemplo el san o el susu, que en vez de criminalizarlos, los
podemos mejorar para que la gente cuente con instrumentos mucho más seguros,
rentables y eficientes de atender la necesidad de acceder a servicios
financieros. Por eso, nosotros promovemos un movimiento global que llamamos La
otra microfinanza, porque no está basada en la bancarización, sino en la mejora
de los mecanismos informales que la gente ha utilizado por siglos. Desde hace
casi 15 años venimos repitiendo que el profesor Yunus enseñó que los pobres son
financiables y nosotros que son autofinanciables.
—¿Qué ventajas tienen los mecanismos como los de bankomunales
en comparación con la banca tradicional?
—Tienen ventajas y desventajas. Recordemos que los bankomunales son un
mecanismo que busca atender las necesidades más básicas de acceso a servicios
financieros, a donde la banca le cuesta llegar y, si lo hace, normalmente lo
hace a costos muy altos. A mi juicio, la ventaja más importante que
tienen los bankomunales es que actúan como un mecanismo estabilizador del
ingreso. La pobreza no la define solamente la carencia de ingresos, sino su
irregularidad. En este sentido, el bankomunal opera como un mecanismo local y
eficiente de capturar excedentes cuando la gente lo tiene y de entregar capital
en forma de crédito, cuando la gente lo necesite. Así se evita que una familia,
por alguna circunstancia, como una enfermedad o accidente, deje de producir un
tiempo y no por ello debe caer en la miseria. Si esa familia o ese miembro de
la familia ha estado invirtiendo en su bankomunal, seguramente encontrará los
créditos para salir del apuro y poder volver a generar ingresos en el corto
plazo.
—¿En cuántos estados y cuántas comunidades están presente en Venezuela y otros países?
—¿En cuántos estados y cuántas comunidades están presente en Venezuela y otros países?
—Nosotros hemos desarrollado más de 500 grupos en unos veinte países,
pero esto no ha sido más que ensayos metodológicos. Ahora estamos tratando de
abrir redes más grandes en espacios geográficos específicos, probando un nuevo
modelo de expansión. En estos momentos desarrollamos un proyecto en alianza con
la Unión Europea en Venezuela y estamos negociando con la Iniciativa de
Innovación Social de la CAF una propuesta de expansión a cinco países
latinoamericanos.
—¿Qué puede explicar de la tasa de morosidad en el caso de los
bankomunales?
—Eso es para nosotros ´clavo pasao ´. La morosidad es tan baja que no
significa problema alguno. Mientras los programas tradicionales de
microcréditos públicos y privados se matan por resolver ese problema, para
nosotros esto lo resuelve la comunidad. Si los reales son de ellos, van a ser
muy cuidadoso en colocarlos y más cuidadosos en recogerlos.
—¿Qué recomienda a las comunidades que quieran poner en marcha la otra
microfinanza, pero no saben cómo arrancar ni cómo sostener el proyecto?
—Esa es una pregunta que me cuesta responder, porque la verdad es que la
respuesta no me gusta. Nosotros solo ejecutamos proyectos donde tenemos aliados
serios y responsables que nos ayuden a llevar adelanta esta iniciativa como un
programa y no como un proyecto aislado. A mí me da pena decirle a una comunidad
en específico que no la podemos ayudar en ese momento, pero la verdad no es
conveniente hacer una sola comunidad, sin los soportes que se necesitan para poder
sacar el mayor potencial de impacto. Nuestros programas son con aliados
responsables que nos garantizan calidad en el trabajo y no en todos lados
contamos con esos aliados. En Nueva Esparta, el programa lo desarrolla Fundefir
y tiene como aliados a la Cámara de Comercio del estado, La Universidad
Corporativa de Sigo y la organización Voces Vitales, que se encarga del enfoque
de género. En República Dominicana lo hacemos en alianza con Radio Marién, una
organización de mucho prestigio en la zona fronteriza. Otro gran aliado con el
cual estamos comenzando a trabajar en Venezuela es Fe y Alegría y,
posiblemente, repitamos esta experiencia en Argentina. La verdad no trabajamos
con una comunidad como tal, sino que desarrollamos programas que involucren un
importante número de comunidades.
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