Abdoulaye Fall, director de programa de ACAF |
Por: Óscar Toro huelva
La Asociación de Comunidades Autofinanciadas (ACAF) impulsa la creación
de grupos para ahorrar y conceder préstamos a sus miembros
Ante la dificultad de encontrar liquidez en el sistema financiero
tradicional para cubrir una necesidad básica o para arrancar una iniciativa
emprendedora, surgen como una alternativa, "viable, inmediata y con el
único aval de la confianza entre personas", las comunidades de
autofinanciamiento. La iniciativa, finalista en el Premio a las Buenas Prácticas
de Microfinanzas de Europa, podría resumirse como la unión de un grupo de
personas que con sus propios ahorros se financia a sí mismo y a su entorno, al
tiempo que esta práctica les genera más ahorro.
Abdoulaye Fall, director de, programa de la Asociación de Comunidades
Autofinanciadas (ACAF), es, en este caso, "juez y parte" de la
iniciativa. Forma parte de la entidad que promueve e impulsa esta práctica de
inclusión financiera y social en el territorio nacional -actualmente existen
aproximadamente unas cien comunidades en toda España-, y participa como usuario
en una de estas comunidades.
"Mi experiencia es que en torno al dinero, a su ahorro y a los
créditos, se generan redes humanas de solidaridad sustentadas en la confianza y
en la transparencia", señaló el pasado martes 17 de febrero ante un grupo
de mujeres nacionales y extranjeras con perfiles en riesgo de exclusión que
trabajan en el programa de promoción personal y orientación laboral que impulsa
la Asociación Encuentros del Sur en el Distrito V de la capital onubense.
"Mi grupo empezó con 200 euros y en estos momentos, tras diez años de funcionamiento, tenemos ahorrados y disponibles 12.000 euros", asegura.
"Mi grupo empezó con 200 euros y en estos momentos, tras diez años de funcionamiento, tenemos ahorrados y disponibles 12.000 euros", asegura.
El sistema empieza a funcionar en cuanto hay un grupo interesado de
entre tres y hasta 30 personas. El grupo tiene que ser autosuficiente y
gestionarse a sí mismo y decide el importe que va a ahorrar, así como los
importes de los créditos o préstamos (lo habitual está entre 200 y 400 euros,
aunque también hay casos en los que se llega a los 2.000 euros).
Lo que sí es común para todos, según explicó Fall, es que "ningún
miembro del grupo puede pedir más del 40% de lo que ha aportado, ni tener más
del 50% del capital". Una fórmula que busca que las "fuerzas" y,
por tanto, las decisiones sean consensuadas por el grupo. Esto garantiza la
fórmula de una persona, un voto.
Es también decisión de cada comunidad el uso que se le da al interés,
fijado por ACAF en el 1% al mes sobre el préstamo concedido. Según explicó el
director de programa a representantes de colectivos sociales y vecinales,
"cada grupo decide". "Hay quienes lo reparten entre los
miembros, y otros, los de cultura islámica, que entienden que cobrar interés es
usura y no lo hacen"
Será también el grupo el que conceda o no los créditos o préstamos y el
solicitante tendrá que contar con avales de los compañeros del grupo. El modelo
sirve para fortalecer la confianza y sostener el funcionamiento de la
comunidad. "De esta forma se garantiza la devolución de los préstamos",
aseguró en la reunión celebrada en la Asociación de Vecinos de La Hispanidad.
Desde ACAF se acompaña a los grupos en su implementación y desarrollo y
se les facilita una herramienta tecnológica para poder gestionar los fondos.
También se canalizan conexiones con otras realidades en países como Italia,
Bélgica y Francia.
Para Abdoluye Fall, senegalés de origen, afincado en Barcelona y
doctorando en el fenómeno del retorno de los senegaleses a su país, la
experiencia, vivida en primera persona y corroborada con los más de diez años
que lleva en esta iniciativa solidaria de microfinanzas, "funciona muy
bien entre grupos de inmigrantes, ya que no sólo ayuda a resolver un problema
inmediato, como puede ser el pago de un recibo, si no que impulsa iniciativas y
fortalece las relaciones humanas y la relación con la sociedad de
acogida".
Esto es así, en opinión de Fall, por varias razones. "Unas tienen
que ver con las propias realidades sociales y económicas del grupo de personas
inmigrantes y otras, como en el caso de la población africana, reproduce una
práctica muy habitual y que funciona en nuestro continente". Sin embargo,
recalcó que "el modelo no es excluyente". "De hecho hay tantos y
son diversos en función de las personas que los forman".
El reto de ACAF es lograr extender esta práctica y lograr la constitución de comunidades autofinanciadas en Andalucía.
El reto de ACAF es lograr extender esta práctica y lograr la constitución de comunidades autofinanciadas en Andalucía.
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